¿Podremos ser literatura?

—(Un fanfic de Dylan Colosía y ____(TN[1]))


¿Qué es la literatura? (…) La teoría ha pugnado por encontrar una respuesta, pero sin demasiado éxito. Las razones están al alcance de todos: las obras literarias son de todos los tamaños y colores, y la mayoría parece tener más aspectos en común con obras que pocas veces llamamos literatura que con otras que son reconocidamente literarias. (Jonathan Culler, Breve introducción a la teoría literaria, 2004, p. 31).

En 2013 me dieron mi primera computadora, y con ella vino mayor libertad a la hora de usar internet. Tenía 12 años, mis papás todavía revisaban qué hacía en la computadora, pero como estaba obsesionado con One Direction, Harry Potter, Los Juegos del Hambre, Percy Jackson y Justin Bieber, no tenían drama con que siga cuentas dedicadas a estos fandoms. Participé tanto en el engagement[2] que, para 2014, ya era administrador en varias páginas parecidas, donde se editaban fotos con los miembros o personajes y se subían datos curiosos. Entre ellas, había una que destacaba por sobre las demás.

Hoy en día no recuerdo el nombre; hace 10 años (o más) que no abro mi cuenta de Facebook, hasta donde sé está bloqueada por falta de uso (no es una invitación para que intenten encontrar mi perfil. Por favor, no lo hagan). Lo importante es lo que hacía, no el nombre: además de ediciones hechas a ics art y un sueño, se especializaba en fanfics. Tenía carpetas enteras con capítulos cortísimos (y mal escritos), historias diferentes pero con puntos en común: los protagonistas. La narrativa podía variar entre amor adolescente, fantasía, mafia o distopías, pero siempre eran protagonizadas por algún miembro de One Direction (si no es que todos) y la misteriosa TN. Y no sólo los leía de manera activa, sino que además los escribía; fue, realmente, uno de mis primeros acercamientos a la literatura -y me hice bastante conocido en el rubro-.

Lo que comenzó en Facebook cambió con el pasar de los años, porque nunca dejé de leer fanfics. Pasé de ahí a Wattpad, donde leí y escribí mi mayor repertorio hasta la fecha, y hace relativamente poco la dejé por Archive Of Our Own (AO3). Para cuando llegué a 5º año, había leído más fanfics que libros, y se me estaba por abrir el tercer ojo.

En ese mismo año, en Lengua y Literatura, nos dedicamos sólo a ver a Borges. Analizamos sus poemas, las obras completas, El Aleph, “Emma Sunz” y “El Sur” (cuyos análisis sé de memoria). Entre las obras que trabajamos, leímos “La casa de Asterión”, un re-telling del mito del Minotauro. También leímos “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, donde Borges “expandía” el mundo del Martín Fierro. ¿El tercer ojo abriéndose? Borges estaba escribiendo fanfics en pleno 1940. Desde los 17 años tengo una pregunta quemada en la corteza de mi cerebro: ¿cuántos libros nacieron en realidad como fanfics y por qué, hoy en día, hay tanta negación a reconocerlos como tal?

Hablemos un poco de su historia. Si pensamos a los fanfics como relatos colectivos, podríamos decir que tanto La Iliada como La Odisea pueden ser etiquetados como la primerísima versión de un fanfic, con “Homero” como un nombre que designa a una comunidad donde se compilaban historias para funcionar como una suerte de modelo, y que eran contadas de boca en boca, protagonizadas por los héroes favoritos de la Grecia Antigua. Si decidimos pensarlos sólo como un producto basado en un texto determinado, podríamos hablar del Quijote de Avellaneda como el primer fanfic de la historia, una continuación falsa de El Quijote que logró que Cervantes  una segunda parte del original, plan que inicialmente no tenía pensado llevar a cabo (algo similar a lo que le pasó a Sir Arthur Conan Doyle años más tarde con Sherlock Holmes). Podemos enfocarnos en los aspectos legales, y suponer que el nacimiento de los fanfics está relacionado con los primeros fundamentos de los derechos de autor (ocurridos en 1709 gracias al Parlamento Británico), y hablar de la reescritura de las obras de Jane Austen, realizadas por sus propias lectoras (¿o deberíamos decir fans?).

¿Cuál habrá sido el fanfic con mayor reconocimiento literario de la historia? Yo tengo una teoría sobre cual, y para probarla, van a tener que soportar que cite a Harold Bloom en el prefacio de El canon occidental (1994), donde procede a analizar veintiséis autores “canónicos” de la literatura occidental: “Mi secuencia histórica comienza con Dante y concluye con Samuel Becket” (p. 11). Hablemos de Dante, y su Divina Comedia.

Seguro muchos de ustedes ya cursaron Poesía Universal I, donde leemos La Divina Comedia. Cualquiera va a describirlo como “uno de los más grandes poemas de la humanidad”, una obra literaria que trasciende en el tiempo, inmaculada, imposible de igualar, etc, etc, etc. Bloom inclusive comenta que es el mejor ejemplo para hablar sobre la “extrañeza” que genera leer un libro canónico por primera vez. ¿Y saben qué? ¡Ding, ding, ding! ¡Es un fanfic! Enumeremos juntos sus características:

  1. Introduce personajes de otras ficciones (Minos, Caronte, Odiseo, Orfeo, Aquiles, Paris, Héctor, etc).
  2. Introduce varios autores (Homero y Virgilio).
  3. Uno de los referentes de Dante (Virgilio) es quien lo acompaña durante gran parte de la obra como su guía y voz de la razón.
  4. Introduce personas de su contemporaneidad.
  5. Beatrice. En la vida real, fue el amor de su vida, una mujer con la que casi no entabló conversación. Nunca le confesó su amor, y se terminó casando con otro hombre. En La Divina Comedia, es quien lo guía una vez llega al Paraíso.
  6. Alberigo. En la vida real, se rumorea que Dante lo odiaba con pasión. En La Divina Comedia, lo representó en el Infierno como muerto (a pesar de que estaba vivo cuando se escribió y publicó el poema).
  1. Estaba escrita para que fuera disfrutada por todos, en la lengua común de la época (cuando la norma era que los libros “serios” fueran escritos en latín).
  2. Tal vez el más importante: el protagonista de la obra es él mismo. Osea, es un self-insert.

Recapitulemos: La Divina Comedia, el fanfic en existencia más galardonado y reconocido de la historia, Dante se sacrifica para buscar al amor de su vida, es guiado por su ídolo, y hace sufrir a quienes le caen mal. ¿Saben dónde más se hacen esas cosas? En los fanfics de “One Direction y tú”, donde la antagonista es la novia de alguno de los integrantes, tu mejor amiga es Selena Gomez o Taylor Swift, y te terminas casando con Harry Styles.

No faltarán quienes me llamen ridículo o exagerado por la comparación, y me consta que va a haber gente ofendida porque comparé un “fanfic berreta” con La Divina Comedia. Pero analicemos lo básico, las raíces; ¿hay realmente mucha diferencia? No estoy buscando sacarle valor literario, con su nueva visión sobre el infierno, la moral, la ética y demás, pero eso no implica que deje de ser un fanfic. Además, en algún fanfic medio falopa de One Direction seguramente podremos encontrar algo similar -ya lo dije antes, el mundo de los fanfics es demasiado amplio y hay de todo.

Luego de Dante vinieron muchos otros escritores de fanfics. Cervantes, H. P. Lovecraft, Robert Bloch, Stephen King, Osamu Dazai, Yukio Mishima, son sólo unos ejemplos. Hay una constancia en la literatura sobre hacer self-insert que, de alguna forma, muchas veces legitima aún más al autor; pero no vaya a suceder en una “novela de mierda para nenitas”, porque pierde toda posibilidad de prestigio. De repente, hacer self-insert no es sino una figuración más sobre la histeria femenina, un delirio de “pendejas”. Demonizado, humillado, destrozado: la escritura de las mujeres parece siempre caer bajo este paraguas de adjetivaciones, sea cuál sea la época, sea cuál sea el medio, sea cuál sea el tema. En el mundo en que vivimos (y en los años que llegaron a priori, se suele desestimar los intereses de una mujer, y con ellos se van al pasto sus creencias, opiniones, ideas y escrituras. La creencia popular sobre que los fanfics son cosas de “minitas” y que carecen de cualquier tipo de valor social y literario está arraigado a toda esta estela de borramiento sobre la figura del fanfic: el campo de la literatura es uno disputado por las mujeres hace siglos, con sus victorias en el medio claro, pero disputado; si fuese a aceptarse que el self-insert y, ergo, los fanfics forman parte de este campo, sería una victoria para las mujeres -por lo que es probable que no suceda por lo pronto. No pueden tener un valor literario alto, porque rompe con esta demonización que tienen.

Muchos de los autores que se mencionan como eminencias a mí no me gustan; varias veces encontré errores de redacción, lagunas argumentales, inclusive malas ideas; y no es algo que se limite sólo a mí. No vengo a señalar con un dedo qué autores cometen estos errores, no me interesa. Lo que quiero saber es por qué textos que podemos llegar a considerar “malos” forman parte de un canon literario tan grande, pero el fanfic que leo en el Kindle es, de manera inevitable, una mierda. Al seso alineado con el machismo se le suma otro relacionado con la legitimación, que bien lo resuelve Josefina Ludmer: “en la literatura hay una lucha por el poder de dominio, (…), por un lado, y, por el otro, el poder de decir qué es literatura y qué no es literatura” (Clases 1985, 2015, p. 36); esta pelea afecta a todos los campos literarios, pues es la misma “institución literaria” quien maneja los “aparatos de legitimación que definen qué es la literatura, pero también el conjunto de la literatura. (…) rige todo lo que sea aparatos de producción, distribución, lectura, canonización y legitimación de la literatura” (Ludmer, 2015, p. 47-48). No es coincidencia, entonces, que cada vez que se descubre que un libro escrito por una mujer fue primero un fanfic, se lo denigra en cuestión de segundos.

Hablemos, ahora, de Cazadores de Sombras, de Cassandra Clare. Adorada por el público juvenil, obtuvo una cantidad abrumadora de buenas reseñas que lograban opacar las malas ser su autora una mujer que escribía fantasía (género de por sí históricamente denigrado); fue también un hito en ventas, aspecto que según Jonathan Culler lo distingue como un texto literario (Breve introducción a la teoría literaria, 2004, p. 38). Todo eso, hasta que se destapó que en realidad era un fanfic salido de fanfiction.net: el manuscrito original se llamaba La Trilogía de Draco, estaba protagonizado por Draco Malfoy, Harry Potter y Hermione Granger, y fue el material base para la trilogía canon de Los Orígenes, una precuela de la saga original. De la noche a la mañana ya no se trataba más de literatura, sino que era una obra desastrosa que no se recomendaba comprar; por suerte, el público juvenil se mantuvo fuerte y seguro, y lo siguieron comprando. Pero cada vez que vuelve a resurgir la noticia, la gente se sorprende y la crítica intenta destrozar la imagen de Cassandra Clare.

Algo similar sucedió con 50 Sombras de Gray, de E. L. James. En 2012 la sociedad era bastante mojigata y obtuvo muchas críticas negativas; aún así, esto no se reflejó en el índice de ventas. Por unos meses, llegó a superar a Harry Potter como una de las novelas más vendidas de la historia, y se acercó bastante al Don Quijote y a La Biblia. De un día para otro internet se inundó con portales aclamando que la saga era un fanfic de los personajes principales de Crepúsculo -Bella Swan y Edward Cullen-, pero el quilombo fue inclusive más grande. El target ya no era un público juvenil (de por sí fácil de criticar), sino que eran señoras: mujeres cincuentonas, enojadas y ofendidas, salieron a negarlo con muchísimo afán, alteradas ante la idea de que se las acusara de leer algo tan “aniñado”, a pesar de que 50 Sombras es lo más alejado a ese término. Señoras que no podían soportar la idea de estar leyendo un fanfic porque, al final del día, era denigrante que las excitará.

Aunque ambas sagas son explícitas, hay gente que todavía sigue sosteniendo que son “para nenas” sólo por haber nacido en un sitio web a raíz de que a las autoras les gustaran tanto los personajes de Harry Potter y Crepúsculo, que crearon su propia historia con ellos. Hay algo catártico en escribir fanfics, que Mariana Enriquez lo expresa en una entrevista; según ella, escribir fanfics abre una puerta que permite “explorar o arreglar cosas desde un punto narrativo”, además de operar “como una fantasía liberadora del deseo reprimido”.

Por un lado, tenemos a los fanfics nacidos a raíz de este anhelo imposible, vergonzoso, acaso de su carácter inexistente o muy poco probable. Barthes sostiene que, siguiendo los análisis socio-ideológicos sobre el carácter deceptivo de la literatura, la misma sería producto de un grupo “decepcionado”, y que “la literatura sería la expresión de esta decepción” (El placer del texto, 1973, p. 64-65). ¿No somos, al final del día, los escritores de fanfics personas decepcionadas porque el libro terminó? ¿Acaso no abrimos Wattpad o AO3 en busca de poder seguir consumiendo a nuestros personajes favoritos, porque la novela, serie o película llegó a su fin? En cierto punto, nuestro interés, nuestro primer acercamiento, nace acá, en las ganas que tenemos de seguir pataleando cada vez que nuestros personajes favoritos se dan un beso por primera vez en cincuenta universos diferentes, o el sueño de poder nosotros mismos besar a ese personaje de ficción que tanto nos gusta.

Ahora, por el otro lado tenemos al segundo “superpoder” que tienen los fanfics, uno que los lectores y escritores descubrimos conforme vamos creciendo; esta posibilidad de exploración. Un buen ejemplo es la novela Ancho mar de los Sargazos, de Jean Rhys. La novela se establece como “precuela” de Jane Eyre, de Charlotte Brontë, al ser su protagonista la versión temprana de Bertha Mason, la loca del desván. En casi ningún foro de internet se la reconoce como fanfic, y sufre una suerte similar a los cuentos de Borges: a pesar de ser fanfics, como están expandiendo el mundo, ya no es un accionar aniñado, sino que es respetado.

Si un hombre realiza self-insert es legitimado, pero si lo hace una mujer es una “nena”; si los fanfics buscan expandir el mundo de una novela canonizada son literatura, pero si se trata de una saga juvenil es un asco; cuando una novela privilegia el criterio económico, el producto pierde valor dentro del campo y el artista disminuye su prestigio (Bourdieu, 2002), pero los fanfics publicados en AO3, un sitio que prohíbe generar profit[3] con sus novelas publicadas -y que se plantea como un sitio a dónde acudir para leer siempre que se desee, sin importar el dinero-, siguen siendo reconocidos como literatura menor, berreta y mala. Parece no haber respuesta que les venga bien y, por ende, la pregunta continúa resurgiendo. ¿Qué hace que un fanfic se vuelva una obra literaria?

Una de las mejores novelas que leí en mi vida, fue un fanfic, con todo y sus pequeñas falencias. Se llama Crimson Rivers, sus protagonistas son el padre muerto de Harry Potter (James Potter) y el hermano de su padrino Sirius Black, también muerto (Regulus Black), introducidos en el mundo de Los Juegos del Hambre. Cada vez que lo comento, mis amigos se ríen y dicen que mezcla mis dos pasiones, y un poco tienen razón. Aunque cuenta con una accesibilidad amplia para poder acceder a ella, una cantidad amplia de lecturas -que no hacen más que seguir en aumento-, y un grupo de lectores fieles que, al no poder comprar el libro (porque se publicó en AO3), lo maquetan y lo imprimen, nadie puede darme razones empíricas y fuertes para negar la pertenencia como literatura. Y nadie lo reconoce como literatura. Otros ejemplos -dentro del mismo fandom, el de Los Merodeadores- son Art Heist, Baby!, All The Young Dudes y Choices -los últimos dos muchas veces considerados, inclusive, como precuelas de Harry Potter, que funcionan como un canon no escrito de Los Merodeadores.

En algún apartado del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. (Nietzsche, 1896, parr. 1)

Así comienza Nietzsche su ensayo Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, donde se plantea debatir acerca de aquello que denominamos “verdad” y “conocimiento”. Dio la coincidencia de que, sin saber bien de qué trataba, comencé a leerlo mientras craneaba este ensayo, y todo parecía encajar a la perfección. Aquel momento en el que se creó por primera vez un “campo literario” fue, tal vez, tan sólo un momento, pero la decisión de mantenerlo es altanera, negada. Según Nietzche, la verdad no es más que un “hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos”, que luego de ser utilizadas por un prolongado tiempo, el pueblo “considera firmes, canónicas y vinculantes” (par. 9). No vengo acá a plantear que comencemos a cuestionar qué es la verdad, no soy filósofo. Pero sí creo que, tal vez, es momento de comenzar a cuestionar el canon literario impreso en el tiempo, que sigue actualizándose con los mismos códigos que en el SXIX.

Más allá de lo que pueda plantear o no Bloom sobre el canon, la realidad es que éste existe porque, para cuando escribió su libro, había suficientes personas a lo largo de la historia que estaban de acuerdo con lo que había sentido leyendo La Divina Comedia de Dante, así como otras compartían el mismo sentimiento leyendo a Kafka, a Shakespeare, a Woolf. Más allá de lo que plantea Bourdieu, la realidad es que el campo literario quedó obsoleto. Ya hay suficiente gente que sostiene que los fanfics son literatura, y se la desestima o por ser demasiado jóvenes o por ser mujeres o, por qué no, ambas; pero hay cada vez más y más mujeres y disidencias escritoras y lectoras que buscan hacerse oír y no van a permitir que sus opiniones sean ignoradas o minimizadas.

Los tiempos corren y las corrientes literarias se actualizan cada vez con más frecuencia. Los fanfics pueden inscribirse en el campo literario, no hay razones teóricas que indiquen lo contrario. Si tuviéramos que crear un nuevo canon, ya no necesariamente occidental, ¿cuál sería el problema con incluir fanfics? Yo creo que es una idea fantástica.


[1] “TN” denota las siglas “Tu Nombre”, utilizado en los fanficsself-insert para que, al leer, pudiera completarse con el nombre que uno quisiera (usualmente, el propio). También podía utilizarse “_____” (“Rayita”), o ambos “_____(TN)”. Era la manera más sencilla y aclamada por los fans a la hora de leer un fanficself-insert.

[2]Acción de generar un vínculo “emocional” entre una marca o empresa (en este caso, cuentas de Facebook) y su comunidad en redes sociales.

[3]Ganancia financiera, especialmente la diferencia entre la cantidad recuperada y la cantidad invertida.

Próximos eventos

Colaborá con nosotrxs

Eterna es un proyecto 100% autogestionado. Ayudanos con un aporte haciendo clic acá.

Seguinos: