FLAC – Drama familiar

–Por Mario Cornejo

Desde hace días vengo lidiando con un drama familiar. Por desgracia o por fortuna, mi familia es pequeña y los dramas son escasos. Por ahí es aburrido y solitario, pero este asunto está resultando ser un –leve— dolor de cabeza. Un sábado, día predilecto para el ocio y evadir responsabilidades, estaba tratando de no pensar en nada y me entregué a las profundidades de Youtube. Después de un rato de ver videos que no me interpelaban en lo absoluto; di con uno cuya portada y título me llamaron la atención. Levemente interesado hice clic.

Empezó a sonar la voz de un tipo que dice: “De repente, en la terraza, un barullo. Miro al cielo y cruzando, de izquierda a derecha, treinta, cuarenta estrellas, moviéndose (…). Esa noche, en la que los astros se alinean, yo me quedo con este chico y le pido que me toque una seguidilla, una solear. Me he quedado impresionado con él. Le pregunto por su proyecto y él me habla de un disco, un disco, que aunque es de guitarra, cuenta su vida, y habla de su familia, en concreto de una pena que él le quiere contar al mundo, y yo le pregunto ‘¿Este disco tiene un título?’, y él me dice ‘Sí, La guitarra flamenca de Yerai Cortés’”; el fragmento tuvo la capacidad de hacerme estremecer, como cuando uno sabe que está a punto de presenciar algo hermoso.

Luego de unos cuantos videos de él, me doy cuenta de que Yerai es exactamente como me imagino que es: morocho, de mirada triste y bigote, fornido, con el pelo grueso y perfecto. Lleva bigotito y muchos aretes en las orejas, muy gitano. Es el tipo de hombre con el que me imagino teniendo un amor de verano durante unas vacaciones en España. Desde la primera canción –que en realidad es el segundo track, porque el primero es la grabación del tipo que ahora sé es Antón Álvarez, mejor conocido como C. Tangana— es evidente que se trata también de un guitarrista prodigioso.

Me llama la atención su mano derecha, llena de anillos gruesos, varoniles, y los dedos con uñas largas perfectamente cuidadas –me permito preguntarme: ¿cómo será la caricia de un hombre así? — para rasgar las cuerdas. Si bien a lo largo del álbum hay muchas canciones en las que la guitarra lleva la voz cantante, abundan también canciones donde lo colectivo es preponderante.

Después de escucharlo muchas veces –en la bici, en la ducha, en la oficina, mientras cocino, etcétera— pude enfocarme en las capas de las canciones, en su profundidad. Maikel Nai, el tercer track, introduce formalmente la guitarra. Arranca con un punteo triste que luego se abre y llena los oídos a borbotones. De fondo se puede escuchar la respiración profunda de Yerai y es posible imaginar sus dedos, que a medida avanza la canción parecen multiplicarse.

No quise buscar nada sobre el álbum ni el gitano hermoso que lo compuso hasta haber comprobado que la música se sostenía por sí sola y que las canciones funcionaban como conjunto —spoiler: sí, se sostiene por sí sola y las canciones funcionan como un conjunto hermoso—. Con eso resuelto, me entregué a los buscadores para tratar de dilucidar cuál es la pena que atraviesa todo el álbum.

Me llevé una sorpresa al descubrir que el álbum es, en parte, el soundtrack de un documental homónimo dirigido por C. Tangana, que fue estrenado el año pasado. Intenté buscando en los trackers rusos de confianza sin mucho éxito, probablemente por lo reciente del estreno. Sintiéndome levemente derrotado dejé pasar unos días, hasta que di con una suerte de versión rusa de Google menos dada a borrar cosas por reclamos de derechos de autor. No mucho después ya estaba viendo el documental en 1080 pixeles y sonido estéreo.

Nunca había escuchado el flamenco con demasiado interés hasta que di con Yerai. Sí, conocía algunos cantaores como Diego el Cigala –que tiene un disco maravilloso con el pianista cubano Bebo Valdés que se llama Lágrimas Negras, además de múltiples denuncias por violencia intrafamiliar— y Lola Flores –que tiene esta versión preciosa de una de las mejores canciones de despecho alguna vez escritas, Que te vaya bonito—, pero nada demasiado concreto. Hice un breve recorrido por lo que encontré eran los clásicos, como Monse Cortés, Estrella Morente o Camarón de la Isla –que tiene, por ejemplo, esta maravillosa adaptación de un poema de Antonio Machado—, para ponerme un poco en tema y tener cierto parámetro de comparación.

Lo gitano, o más bien el ser gitano, está en constante tensión durante el álbum: la tradición y lo moderno, el flamenco andaluz y el nuevo flamenco, e inclusive lo familiar y lo individual. En el séptimo track, Que me reconozcan, se escucha a Yerai hablar de esto en un montaje con una guitarra de fondo: “Pero en mi casa lo que busco es que me reconozcan por cómo soy, y por cómo seré, que seguramente no sea igual que ahora”, dice, y uno lo puede imaginar frente a la cámara, con la guitarra en manos, hablando.

Mi ejemplo favorito de esto se da en Sonar por bulerías –la canción del video de arriba, que sugiero ver y escuchar con auriculares— donde él y seis mujeres hacen el ruido de una multitud –la bulería, por cierto, es un subgénero del flamenco muy ruidoso; posiblemente su nombre provenga de bullería, es decir, una gran bulla con cambios de tiempo que parecen hechos con samples y un sintetizador, pero que en realidad son ellos siete haciendo magia. “El que en la vida se pierde a cadenillas le amarran, si algún día me veis perdido amarradme a mi guitarra” cantan, a los gritos las palmeras mientras aplauden más rápido de lo que puede registrar la cámara. La guitarra de Yerai, por su parte, de momentos parece convertirse en dos o tres.

A lo largo de las dieciséis canciones hace uso en múltiples ocasiones de fragmentos de entrevistas extraídos del documental para dar un tono personal a todo el asunto. Como en Las magias de mi mamá, Romance o una de mis favoritas, Frágil como una bomba, hay familiares de Yerai hablando de recuerdos dolorosos, en los que revuelve, con una insistencia quizás un poco grosera, hasta hacerlos hablar de una verdad oculta: una hija negada, una enfermedad y su propia infancia.

Es tanto lo que me callo y Por tu silencio lloro atañen puntualmente al núcleo de todo el asunto. A la primera la precede un fragmento de su madre negándose a leer las letras y a la segunda un fragmento en el que Yerai habla de Tania, su madre/hermana muerta, quien curiosamente se llama igual a Tania, su novia. El álbum y la historia giran alrededor de tres relaciones: la de su padre y su madre; la suya con Tania-madre/hermana y por último la de él con Tania-novia.

Hay una parte del documental en la que él le cuenta a su padre —con el que no tenía mucha relación hasta ese momento— que ha engañado a Tania. Los dos están sentados en sillas de plástico en lo que asumo es un jardín. Luego corta a una escena que es una conversación entre los dos, ella dice “(…) pero ahora lo principal no eres tú en mi vida, ¿sabes? Antes sí, yo lo he pasao muy mal porque pensaba como que nosotros, por muchas cosas que pasaran, siempre como que nos íbamos a elegir, ¿sabes?”. En el álbum, ese fragmento está al final de la antepenúltima canción, Lo malo que sido contigo, y sirve de introducción a la siguiente, Los Almendros, una canción preciosa en la que aparece con Tania –conocida artísticamente como La Tania, que dicho sea de paso ha estado haciendo música muy interesante, como MONIGOTE, que tengo la teoría es una respuesta a la infidelidad—:

Hasta donde sé, en mi familia no hay una pena, un evento doloroso central que haya marcado el curso de los acontecimientos hasta el día de hoy. Sí, por supuesto, hay múltiples penas, pero ninguna tan determinante. Cuando mi madre y/o mi abuela consideraron que tenía “la edad suficiente”, se ocuparon de contarme acerca de las andanzas y malandanzas de todos aquellos con los que comparto algún tipo de lazo sanguíneo y que inevitablemente, en mayor o menor medida, me hicieron la persona que soy. Lo que Yerai hace es usar la música  para contar una historia; abre una herida mal cicatrizada y hurga en la memoria familiar. En lo personal soy más de la idea de que hay que dejar estar algunas cosas. Supongo que, un poco lo que hace que me resulte tan hermoso todo el álbum es el contraste.  

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