La oposición temática entre la existencia y “chabón”

—Por Paz Manonelles

Mi mente se fragmenta cuando leo. Físicamente, digamos. Zoe no me puede contener, en un minuto empiezo el párrafo y en el otro estoy en la muerte. Es así de simple: aunque esto no tenga nada que ver con la muerte, simplemente fluye. Doy inicio al párrafo y termino sacudiendo la cabeza, físicamente reaccionando a algo que nunca llegaré a físicamente sentir, pero que, físicamente, temo.

Todo apunta a que, físicamente, no estoy acá. Físicamente, ya me fui. Físicamente, pensé y pensé tanto que desaparecí, me fui a otro lugar. La yo de ojos bien abiertos, la que fantasea, la que tienen ahí adelante no existe. No vive acá, no vive en este momento. Vivir en el momento requeriría prestarle atención, suma atención a algo, como al LoL. Anoche jugué una partida con Cristóbal después de dos años sin. Charlamos. Cree recordar que cuando nos conocimos yo estaba en el secundario. Tiene razón, o no, yo no recuerdo. Físicamente, no estoy en el secundario. Me pregunta qué estudio. Literatura, le respondo. Le pregunto sobre su trabajo. Me relata una serie de amalgamas matemáticas, o de análisis de sistemas, o de eso otro que es como una encuesta pero más complicado, lo que usa gráficos lindos. Le digo que no lo entiendo, y nunca lo voy a entender, físicamente hablando, porque estoy usando mis primeros años de vida real en estudiar literatura, que no va a conseguirme jamás un trabajo como ese. Él no cuestiona el argumento. En cambio, me dice que no hace falta que trabaje de lo que estudié.

Es un dato verídico. ¿O no? Le digo que lo sé. De hecho mi mamá está intentando conseguirme trabajo donde trabaja ella. Es un trabajo buenísimo, pero no me va a permitir estudiar con la velocidad con la que estudio ahora. Pero bueno, eso es una paradoja, ¿para qué quiero apurarme? ¿Qué apuro habría en terminar una carrera si yo ya tendría trabajo? Entonces voy a estudiar poco y concentrarme en este trabajo, y quizás el dinero sea mucho y deje de estudiar, pero en el futuro el dinero sea poco y me arrepienta de no haber terminado nunca, y termine sola, sola, muy sola, flotando en un vacío, ¿no? Algo así se debe sentir la muerte. Como ese funeral al que fui en julio, y todos lloramos, el cuerpo embalsamado y lleno de moretones, hacía unas semanas apenas lo había visto respirar, estaba cálido, pero en el funeral no me animé a tocarlo, no, ¿cómo lo voy a tocar? En ese cuerpo no hay nada, hay muerte, hay una cosa que se fue, que existió de alguna forma y luego se fue, entonces yo estoy en ese cuerpo, yo soy una pequeñísima estela de luz a través de una galaxia que acaba de implosionar, ¿no es divertido? ¿no es divertido saber que todo tiene un fin? En algún momento yo seré, también, algo vacío; y en mi mente, un vacío, en mi cuerpo, un vacío, en el mundo, un vacío, porque yo era un mundo, un cuerpo y una mente, pero ahora no soy nada, porque me morí, porque no existo más, y todo lo que queda son escritos que nunca llegué a mostrarle a nadie.

Entonces regreso a lo físico. Físicamente, digamos. Y Zoe me cuenta la historia de esta mujer, Jane, y su marido Drew, que ya me parece irrelevante, cuando Cristóbal me preguntó: Pazzu, vos estás en Buenos Aires, ¿no? ¿qué tipo de persona dice “chabón”? y yo le respondo que todas, que todos los bonaerenses usan esa palabra, o, físicamente, son capaces de. Es como “pibe”, le explico, y dice que le gusta más “chabón”, porque le recuerda al “chaval” que los españoles suelen decir. Lo medito un segundo, física, y luego le doy la razón. Me perdí el párrafo entero.

Próximos eventos

Colaborá con nosotrxs

Eterna es un proyecto 100% autogestionado. Ayudanos con un aporte haciendo clic acá.

Seguinos: